Alcance 3: las emisiones difíciles de controlar que pueden marcar la diferencia

Salma Kouay
Date23 junio 2022

Reducir las emisiones de carbono es uno de los principales objetivos en las estrategias medioambientales de todas las empresas y organizaciones. Pero para conseguirlo se necesita un buen conocimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y todas sus complejidades.

A nivel global, el sector inmobiliario representa el 38 % de las emisiones de CO2: el 28 % se debe a la explotación de edificios, mientras que el otro 10 % procede de materiales y construcción. 

Fruto de la colaboración entre el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), el Protocolo GEI clasifica las emisiones en tres categorías o “alcances”: 

  • El alcance 1 se refiere a emisiones directas de GEI desde fuentes que son propiedad de la entidad o están controladas por ella, como calderas, hornos, vehículos, etc.
  • El alcance 2 incluye emisiones de GEI procedentes de la generación de electricidad, vapor, calefacción y refrigeración que la entidad adquiere y consume.
  • El alcance 3, o “emisiones de la cadena de valor”, incluye todas las demás emisiones indirectas que se producen en la cadena de valor de una entidad como consecuencia de sus actividades. Existen 15 factores de emisión, entre los que figuran los bienes y servicios adquiridos, los viajes de trabajo, los desplazamientos de los empleados, la eliminación de residuos, el uso de productos sólidos, el transporte y distribución, y las inversiones. 
Gráfico de emisiones directas e indirectas de acuerdo al Protocolo GEI

Emisiones directas e indirectas según el Protocolo GEI 

El Protocolo corporativo GEI recomienda cuantificar las emisiones de alcance 3, pero no especifica que sea obligatorio. Estas emisiones suponen con frecuencia la mayor parte de los gases de efecto invernadero de una organización, por lo que omitirlas significa desaprovechar una buena oportunidad de reducir costes y mejorar el medio ambiente.

Ventajas de controlar el alcance 3 para los inversores

Tener una imagen más clara del impacto de las actividades de su empresa le facilitará la detección de las mejoras que debe priorizar. Una buena estrategia de alcance 3 ayuda a identificar y conseguir reducciones críticas en las partes de la cadena de valor de su organización que generan más emisiones, también llamadas “puntos calientes”. Saber cuáles son esos puntos especialmente vulnerables a riesgos futuros es fundamental para aumentar la resiliencia de su cartera. Para reducir las emisiones de alcance 3 necesitará información, gobernanza y supervisión de toda su cadena de valor. 

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Empresas y gobiernos se ven cada vez más obligados no solo a ser transparentes, sino también a demostrar su voluntad de luchar contra el cambio climático. Comunicar las emisiones de alcance 3 permite a las organizaciones satisfacer todas las demandas de sus inversores, proveedores e inquilinos. Pero para conseguirlo necesitan información precisa que les permita tomar decisiones complejas.  

Aunque no es obligatorio comunicar las emisiones de nivel 3, hacerlo supone un claro factor de diferenciación a la hora de pasar de las palabras a los hechos. Una estrategia sólida de alcance 3 puede contribuir a mejorar los índices de sostenibilidad.

Se puede ver como una oportunidad de destacar, mostrar capacidad de liderazgo y fomentar la innovación para abrirse al futuro.

¿Cuáles son los principales desafíos? 

Las emisiones de alcance 3 son las más importantes y las más difíciles de controlar, ya que escapan al control directo de una organización sin que por ello dejen de ser su responsabilidad. El reto (y la oportunidad) es plantear iniciativas de reducción de emisiones que obtengan resultados positivos a través de la colaboración.

Sin embargo, hay que superar algunos escollos.

En regiones donde opera la empresa o su cadena de valor, el incumplimiento de la normativa (en vigor o pendiente) sobre reducción de emisiones de GEI puede suponer para la organización un elevado coste financiero a corto plazo y sanciones legales a largo (o no tan largo) plazo. 

Cuanto más grande y compleja sea la organización, más variadas serán las fuentes de emisiones. Para conseguir resultados hay que tener en cuenta distintas variables culturales, legislativas y prácticas que pueden ser contradictorias. También es posible que haya que renunciar a algunas prioridades: hay muchos problemas que resolver en la cadena de valor, desde la esclavitud moderna hasta el cambio climático.

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El aspecto más complicado en la cuantificación de emisiones de la cadena de valor es el propio proceso de obtención de datos. En general habrá un gran número de partes implicadas, muchas de las cuales no controlan sus propios datos o no calculan su huella de carbono. Aunque lo hagan, es frecuente que existan dudas sobre la fiabilidad y el formato de los datos, ya que las emisiones medidas pueden variar en función de la metodología empleada (datos usados para calcular el inventario y para comunicar relaciones de intensidad o métricas de rendimiento). 

Las tres prácticas recomendadas por Deepki 

Todo parece muy complicado, pero algunas prácticas pueden ayudar a simplificar el proceso: 

  • Las organizaciones suelen aplicar un filtro, pero es preferible usar métodos de inventario más detallados y definir un objetivo para las emisiones de alcance 3 ya que estas representan al menos un 40 % de las emisiones totales de GEI 
  • Las organizaciones pueden optar por definir objetivos distintos para cada categoría o un solo objetivo que cubra todas las categorías relevantes del alcance 3. Estos objetivos deben estar expresados como emisiones absolutas o intensidad de emisiones. 
  • El objetivo para las emisiones de alcance 3 debe cubrir al menos dos tercios del total de esas emisiones. Si necesita más información, le recomendamos que consulte el manual de Science Based Targets.

El paso más importante en la cuantificación de emisiones de alcance 3 es el proceso de filtrado o evaluación para identificar las categorías que son más relevantes para la entidad. La relevancia de cada una de las 15 categorías varía según el sector. 

El caso del sector inmobiliario 

En el sector inmobiliario, la construcción, el mantenimiento y el consumo energético de los inmuebles suponen la mayor parte de las emisiones totales de carbono incluidas en los alcances 1 y 2. Sin embargo, también hay que tener en cuenta tanto la energía que necesita un edificio como la que se usa para crear, mantener y demoler un inmueble. 

Las categorías establecidas por el Protocolo GEI para el sector inmobiliario son (por orden de importancia):

  • Categoría 13  Activos arrendados (downstream):  emisiones de los activos arrendados a otras organizaciones durante el año de referencia, incluyendo el consumo de energía en espacios arrendados
  • Categoría 2 – Bienes de equipo: cualquier inversión relacionada con las actividades de la empresa, excluidos los gastos de explotación; un componente básico será el carbono incorporado, es decir, emisiones relacionadas fundamentalmente con extracción, producción, transporte, montaje, mantenimiento, sustitución y deconstrucción
  • Categoría 1 – Bienes y servicios adquiridos: principalmente gastos por gestión de instalaciones, contratistas, abogados y consultores
  • Categoría 3 – Actividades relacionadas con el combustible y la energía no incluidas en los alcances 1 y 2 (incluyendo pérdidas en la transmisión y distribución de los combustibles y la electricidad adquiridos)
  • Categoría 5 – Residuos generados en operaciones (tratamiento y eliminación de residuos sólidos y aguas residuales por terceros, como empresas de recogida de residuos) 

Pese a su gran importancia, las emisiones de alcance 3 suelen ser las más difíciles de controlar. La mayor parte de las empresas han dado prioridad a reducir las emisiones que pueden controlar directamente (alcance 1) o derivadas de la energía que consumen (alcance 2).  El control de las emisiones de alcance 3 no solo ayudaría a conservar el presupuesto global de carbono, que se está agotando con rapidez; también contribuiría a mitigar riesgos en las cadenas de valor, a acelerar la innovación y colaboración, y a mejorar la reputación de una organización.